viernes, 11 de noviembre de 2016

Días 1, 2 y 3

Hoy es el día 1, por qué no. Me deslizo en el medio de los anuncios y de los ratones y de sus fiestas de ratones. Soy el queso que huye de sus bocas, escuchando la música que aún sobrevive entre anuncio y anuncio.
Yo también soy un anuncio.
¿Cómo era el mundo real? Aquel que con tanta ilusión aquel día tomamos por cierto, y mordimos, y nos mordió.
¿Era el mundo real un anuncio también? ¿Era Tomás de Aquino un publicista de Dios?




Día 2

Hoy es el día 2. Ninguna noche ha sido necesaria. Nada más un pequeño parpadeo. Alguien, en un anillo de Saturno, me ha visto. Hace locas señales como un náufrago.



Día 3

Aunque no le respondo, el marciano de Saturno sabe que estoy aquí. Eso ya es mucho, dice, a través de una inmensa cantidad de espacio, unos centímetros apenas en esta foto.
Aquí, dentro del búnker, no se vive mal del todo. No hay anuncios.
Al principio fue muy difícil vivir sin publicidad. Pero necesito experimentar si todavía existe lo privado. Necesito saber si hay un self más allá de los selfies.
El marciano no lo entiende y sigue recitando a Neruda.

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